Empezaré a escribir en mi blog hablando sobre algo que he estado reflexionando mucho y que considero es la base y causa de todos, o si no de gran parte de los problemas que existen entre la sociedad y los gobiernos; y es que el viernes pasado cuando escuchaba yo hablar a Carlos Castillo López, y cabe destacar de una manera filosófica pero que me agradó demasiado, sobre el tema de «Bien Común, Participación Ciudadana y autoridad política» en el que señala la Participación Ciudadana como la base de un todo que en este caso es el Estado, ya que la participación de los ciudadanos y del Estado en conjunto contribuye a la construcción del Bien Común, además de ser ese su objetivo.
Con esto aclara que no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la participación ciudadana es una parte indispensable que forma y conforma el gobierno. Por lo que el problema que día a día se enfrenta es que no existe una participación ciudadana eficiente como para que sociedad y gobierno trabajen en conjunto por el Bien Común, sólo que en la mayoría de los casos el problema radica en la repelencia de los ciudadanos hacia los partidos políticos, y en esa pérdida de ansia de lucha, porque de nada sirve luchar, ya que todos son, y representan lo mismo.
En cuanto a la sociedad y la autoridad virtuosa yo lo oriento más a lo que John Locke y Hobbes trataron acerca del tema de la familia como un modelo individual aplicado en terrenos paralelos, es decir, la relación familiar como la conocemos, pero basada en un patriarcado que se ve representado en un modelo de familia más grande, y que es el Estado mismo, conformado por la sociedad que no es más que el conjunto de las familias; esto en la concepción de Locke.
Hobbes veía a la familia, de igual modo que Locke, como una base del gobierno pero en un sentido despótico y autoritario, que se convertía en el Leviathán, que lo conformaban todos y cada uno de los hombres partícipes del contrato social.
Partiendo de todo esto es como llego a la conclusión de que la familia es la que educa en los valores (primariamente), para generar una sociedad virtuosa, y que es esa sociedad virtuosa la que educa en la democracia, en generar una conciencia ciudadana, para así lograr la elección de la autoridad, de donde proviene el Estado, que educa a la sociedad en una cultura política que impulse esa participación ciudadana como parte generadora e integrante de la construcción del bien común. Es así como el Estado debe educar para una participación ciudadana que conlleve a una subsidiariedad sociedad-gobierno, que por consiguiente lleve al Bien Común con una autoridad virtuosa, generada por esa sociedad virtuosa.
Lo más problable es que se recuerde el rey filósofo de Aristóteles como el más apto para gobernar, pero en este caso es más un gobierno verdaderamente del pueblo y para el pueblo, en el que los ciudadanos realmente formen parte de su mismo gobierno con el único y definitivo fin de lograr el Bien Común y esto a través de la Participación ciudadana regulada por la autoridad política. Pero el lograr una verdadera participación ciudadana está todavía muy lejos de nuestro alcance, aunque con el porvenir de los años esta va mejorando.
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